Las mujeres Embera son expertas tejedoras de manillas con chaquiras y en los eventos rituales suelen adornar su rostro con pinturas naturales, además de utilizar prendas de colores llamativos. Fotografía de Janny Delgado, 2018. Archivo ONIC.
Mujeres Embera del Chocó danzan en agradecimiento al río y las semillas. Archivo ONIC.
Mujeres Embera con rostros pintados se preparan para la danza del Jay. Archivo ONIC.
Las viviendas de los Embera son construcciones en madera que duran entre 30 y 50 años. En los corredores de las viviendas los Embera descansan después de los jornadas de pesca y trabajos agrícolas. Archivo ONIC.
Los Ëmbërä junto con los Waunaná fueron conocidos como los chocoes. Actualmente están divididos en dos grandes grupos: gente del río y gente de la selva. En el primer grupo se encuentran los pueblos Ëmbërä Dobidá y Eperara Siapidara; en el segundo están los Ëmbërä Chamí y los Ëmbërä Katío y habitan en varios departamentos de la Costa Pacífica colombiana. Todos los grupos conservan la lengua, perteneciente a la familia lingüística Chocó.
El jaïbaná es la autoridad espiritual que controla las enfermedades y las virtudes de los Ëmbërä. Adicionalmente, el cabildo cumple el papel de la organización política y administrativa del pueblo que lucha por la protección de los ríos y sus territorios.
El confinamiento, el desplazamiento forzado, los proyectos minero-energéticos, las represas, las dinámicas del conflicto armado y el asesinato de sus líderes, ha generado migraciones a ciudades como Medellín, Pereira, Cali y Bogotá. En ellas, los indígenas se ven obligados a sobrevivir en barrios marginales y en hacinamientos; su permanencia depende de la venta de collares hechas en chaquira.
