Las piezas que se presentan en esta exposición son el resultado de prácticas culturales con las que se ha buscado dar solución a necesidades cotidianas y espirituales relacionadas con la protección del cuerpo y el alma, con la recolección y preparación de alimentos, la crianza, la cura de enfermedades y el resguardo del sol, la lluvia y el viento.
Créditos: área de comunicación del Museo Nacional, 2016.
EXPOSICIÓN TEMPORAL
División de Comunicaciones -
Museo Nacional de Colombia
23 de marzo al 23 de mayo de 2016
PURA FIBRA: Tejer pensamiento, Pensar tejiendo
El tejido es una creación que responde a necesidades del cuerpo y el alma, es imitación de la naturaleza. Para varias culturas indígenas es palabra, canto y mito, es la piel de los animales más respetados y temidos, o el color y el vuelo de las aves. El tejido es sentimiento, conocimiento y oficio.
Observar, pensar, experimentar, tejer, nombrar, conocer y transformar son acciones fundamentales en los procesos llevados a cabo por los grupos humanos para el uso de los recursos naturales. En Colombia existen cerca de 130 especies vegetales, entre árboles, plantas, palmas, bejucos y raíces, utilizadas por diferentes culturas para la obtención de fibras y creación de objetos. Estas especies se encuentran distribuidas a lo largo y ancho del territorio colombiano, desde el nivel del mar hasta los 3.200 metros de altura. Cientos de años de conocimientos y prácticas acumulados han permitido el desarrollo de técnicas de recolección, preparación de las fibras, manipulación y elaboración de objetos de uso cotidiano y ritual.
Las piezas que se presentan en esta exposición son el resultado de prácticas culturales con las que se ha buscado dar solución a necesidades cotidianas y espirituales relacionadas con la protección del cuerpo y el alma, con la recolección y preparación de alimentos, la crianza, la cura de enfermedades y el resguardo del sol, la lluvia y el viento.
Guión y Curaduría: Margarita Reyes Suárez
Conservadora: María Victoria Gálvez Blanca
Asistente de Investigación: Marcela García
PARA LA CRIANZA Y TRANSMISIÓN DE CONOCIMIENTOS
El vientre de la mujer es el primer canasto, primer contenedor de vida. El niño observa, pregunta inquieto por el hacer de los mayores; el viejo acompaña, consiente y exige atención para transmitir conocimiento. Aprender a escuchar, a observar, a pensar, a hacer, a tejer.
Créditos: área de comunicación del Museo Nacional, 2016.
Visitante observando la mata de fique. El fique es la fibra más importante de la región andina. Se emplea para elaborar costales, mochilas, sombreros, tapetes y enjalmas.
Créditos: área de comunicación del Museo Nacional, 2016.
PARA RESGUARDO DEL SOL, LA LLUVIA Y LOS VIENTOS
El tejido es pensar, observar y hacer para responder a los rigores de la naturaleza. Tejer palmas, cortezas y bejucos ha permitido construir refugios transitorios y permanentes para proteger y aliviar el cuerpo del frío, el calor o la lluvia.
Créditos: área de comunicación del Museo Nacional, 2016.
PARA EL CUERPO Y EL ALMA
Un tejido en movimiento alivia el calor o atiza el fuego. Fibras en movimiento arrullan y protegen el cuerpo. Coronas de plumas tejidas con fibras y bejucos otorgan poder y acompañan al chamán en sus rituales.
Créditos: área de comunicación del Museo Nacional, 2016.
PARA TRANSPORTAR, CONSERVAR Y CONSUMIR LOS ALIMENTOS
Un sinnúmero de objetos tejidos en diferentes fibras se han pensado, elaborado y perfeccionado a lo largo del tiempo. Desde hace cientos de años, tal vez miles, hombres y mujeres asentados en diferentes regiones del país han heredado y, a la vez, transmitido el arte de identificar las especies, recolectar las fibras y prepararlas para la elaboración de objetos. Canastos, mochilas, cernidores, exprimidores y cargadores han acompañado y facilitado las tareas de recolección, transformación y preparación de alimentos. Numerosas prácticas y significados simbólicos y culturales de los objetos se han perdido o modificado con el tiempo, como consecuencia de las presiones sobre los territorios, los desplazamientos forzados y el agotamiento de las fibras por la demanda de los objetos como artesanía.
Créditos: área de comunicación del Museo Nacional, 2016.
PARA DANZAR, CANTAR Y COMPARTIR
El tejido es narración, es canto, es mito. Celebrar y agradecer por las cosechas, por la renovación de la vida, es compartir el alimento, la embriaguez y los cantos.
Entre los tikunas, los bailes de iniciación de niñas en su primera menstruación son acompañados de coloridos trajes elaborados en cortezas de árboles. El baile de pluma uitoto para inaugurar la gran casa (maloka) está precedido de coronas tejidas, adornadas con plumas. Al baile del chontaduro de los yukunas están invitados todos los animales del bosque, y los convidados usan los trajes elaborados en yanchama obtenida de la corteza del árbol; el jefe de la maloca que hace la fiesta debe garantizar comida de monte y bebida para todos, con el fin de festejar y agradecer la abundancia.
Créditos: área de comunicación del Museo Nacional, 2016.
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“Se necesita una selva para tejer una corona, pero se necesita una corona para tener una selva”